Emili Prado
Universitat Autònoma de Barcelona
La televisión que converge en la web
4. - Consideraciones
4.1. - Sobre la fragmentación de audiencias
Uno de los factores destacados en la etapa del Todo digital y en red es la extraordinaria fragmentación de audiencias y el problema que esto pone para seguir contando con los servicios audiovisuales para prestar las funciones sociales, democráticas y culturales que han prestado a lo largo de la historia. La progresiva fragmentación de las audiencias registrada en la segunda y tercera etapa era ya objetivamente un factor que disminuía la capacidad de la televisión para cumplir aquellas funciones, pero sus efectos se veían contrarrestados por diferentes factores. En el campo informativo por las rutinas productivas que homogeneizan los valores noticia, comparten fuentes y, a pesar de cambiar la óptica, generan agendas compartidas. En el campo programático la repetición de productos provocada por la falta de correlación entre el crecimiento de canales de difusión y de la capacidad de producción de contenidos originales, hace que las audiencias agregadas en las diferentes ventanas de distribución de un producto fueran equiparables a las conseguidas en la época de escasez de canales, eso sí, sin los efectos de agenda derivados del consumo simultáneo por toda la audiencia de un territorio. Asimismo la homogeneización de contenidos derivados del recurso a formatos similares, contrarresta, en parte, la fragmentación. Estas consideraciones serían extensibles a las audiencias segmentadas que ya empiezan a tener importancia en la última fase de la tercera etapa.
En la actualidad conviven las audiencias de muchos tipos, las masivas que todavía consiguen una porción de los programas de los grandes broadcaster y especialmente los grandes eventos, con las fragmentadas, segmentadas, las micro, las personalizadas, las individuales y las conectadas. Ante este panorama el desempeño de las funciones sociales, democráticas y culturales a las que nos estamos refiriendo entra en crisis en mayor medida y los paliativos mencionados en las otras etapas operan más limitadamente.
De hecho la exposición a visiones plurales es más difícil en un contexto de audiencias micro, personalizadas o individualizadas que coinciden con servicios muy orientados. Por tanto, las funciones de refuerzo democrático jugadas históricamente por la televisión podrían entrar en crisis si los ciudadanos sólo se nutrieran de información y opinión en servicios que coinciden estrictamente con sus afinidades. Cabe decir que no hay que atribuir por defecto esta calidad a los servicios televisivos, donde cada vez se registra una mayor sectarización. En lo referente a los principios básicos, los servicios audiovisuales tradicionales están regulados y por tanto sometidos a control, lo que limita el grado de arbitrariedad, aunque los procesos de desregulación han dejado también estos controles bajo mínimos . En todo caso, hasta hoy la comunicación en la red, y con ella una buena parte de los servicios catalogados en la categoría de VIP-OTT se mantienen en un territorio descontrolado, en el que desaparece el principio de responsabilidad editorial, por lo que es factible la sectarización en mayor medida que en los servicios televisivos. En este sentido, el mantenimiento de servicios públicos potentes y competitivos, desgubernamentalizados y controlados por autoridades independientes, que mantengan su oferta en todas las plataformas disponibles y en todos los formatos pasa a ser una prioridad de las políticas de comunicación en defensa de la salud democrática.
En definitiva, habrá que idear formas de contrarrestar los efectos de la fragmentación de las audiencias sobre la capacidad de los servicios audiovisuales de seguir cooperando en la creación de un espacio público en el que la agregación social, las prácticas de participación democrática y la reproducción cultural sean factibles.
CONTINUA
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